En pleno centro de la ciudad de Córdoba, uno de los templos más antiguos del país protege un tesoro histórico de gran magnitud: un conjunto de campanas que narran la evolución de Argentina desde la era colonial.
Este sitio, parte del conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000, posee un significado adicional al haber sido el lugar donde el papa Francisco realizó su noviciado en 1958.
CÓRDOBA: DÓNDE ESTÁN LAS CAMPANAS MÁS ANTIGUAS
Dentro del campanario de la Iglesia la Compañía de Jesús, ubicada sobre la calle Caseros, se encuentran cuatro piezas de enorme valor histórico y cultural. Dos de ellas son verdaderas joyas coloniales, originarias de las Misiones Guaraníes de los siglos XVII y XVIII.
La más antigua, fundida en 1637, es considerada una de las reliquias más preciadas del período colonial argentino. Su superficie está ornamentada con motivos típicos de las misiones, inscripciones en latín y una imagen labrada de la Virgen con el Niño. La otra data de 1716, exhibe menos adornos, pero conserva un relieve con el nombre de San Francisco Javier.

Ambas fueron trasladadas a Córdoba desde territorios que forman parte de Paraguay y la provincia de Corrientes, en un trayecto realizado en carretas impulsadas por bueyes. A pesar de la diferencia de casi 100 años entre sus fundiciones, comparten técnicas y una notable calidad artesanal. Un detalle compartido es la inscripción I.H.S., el monograma que identifica a la Orden de la Compañía de Jesús.

Otra pieza singular es la campana universitaria, fundida en Córdoba en 1750. Austera en su aspecto, con una superficie rugosa y tres aros en relieve, fue creada con un propósito muy específico: convocar a clase a los estudiantes de la universidad, que por entonces funcionaba integrada al convento jesuítico. Su llamado rítmico marcó el compás de la vida académica por casi dos siglos, manteniéndose en uso incluso después de la expulsión de la Orden y la nacionalización de la institución, creyéndose que su función cesó recién en 1918 con la Reforma Universitaria.

La campana de mayor tamaño fue fundida en talleres laicos de Buenos Aires a finales del siglo XIX, durante el pontificado de León XIII. Es la más reciente y la más grande del conjunto, y de hecho, la más grande del país, con cerca de dos metros de altura por uno y medio de diámetro. Posee inscripciones religiosas en castellano y latín, y relieves en bronce. Aunque no se escuchan a diario, estas campanas aún tañen en ocasiones especiales, como la celebración de la Pascua.
La Iglesia de la Compañía de Jesús, construida entre 1640 y 1676, con su arquitectura de planta en cruz latina y bóveda de madera dorada, sigue siendo un símbolo del legado jesuita, y sus campanas.