Descubrió el primer síntoma de cáncer al afeitarse: cómo se dio cuenta

En una situación cotidiana de la vida, Alejandro se dio cuenta de que algo malo estaba pasando.

Descubrió el primer síntoma de cáncer al afeitarse: cómo se dio cuenta
Alejandro Stahoski junto a su hermano que le donó médula ósea para el segundo trasplante.

En noviembre de 2006, con tan solo 19 años, Alejandro Stahoski notó una pequeña “pelota” bajo su mentón mientras se afeitaba. Aquello que parecía inofensivo marcó el inicio de una batalla que lleva casi dos décadas: fue diagnosticado con Linfoma de Hodgkin de predominio linfocitario y le contó su historia a La Nación.

Desde entonces, Alejandro enfrentó un largo y desafiante camino que incluyó quimioterapia, dos trasplantes de médula ósea, diversas combinaciones de medicamentos oncológicos, y actualmente, inmunoterapia mensual en el Hospital Madariaga de Posadas. A pesar de haber tenido dos recaídas (la última en 2019), su actitud ante la enfermedad es profundamente inspiradora: “Sueño con el día que me digan: ‘Ya está, ganaste para siempre’. Pero incluso si eso no llega, soy un agradecido a la vida”, afirmó.

Un diagnóstico inesperado y el inicio del camino

Luego de que su padre, visitador médico, notara la anormalidad del bulto, comenzaron los estudios que concluyeron en un diagnóstico devastador. Alejandro cuenta que recién tomó conciencia de la gravedad cuando su hematólogo le indicó que comenzaría quimioterapia. “No pensé en la muerte, pensé en ser fuerte y darlo todo”, recordó.

Historia de vida de Alejandro.
Historia de vida de Alejandro.

El apoyo de su familia fue clave. “Fueron mi batallón”, dice, al describir cómo lo acompañaron en cada sesión de tratamiento. Pero no todo fue sencillo: en 2010 sufrió su primera recaída, lo que representó un duro golpe emocional. A pesar de los múltiples intentos terapéuticos, su enfermedad mostró resistencia a casi todos los tratamientos conocidos.

El poder de la actitud positiva

Alejandro abrazó el consejo de su médico: “Golpeá al cáncer siendo feliz”. Desde entonces, combinó sus terapias con actividades que le daban alegría. Se recibió de licenciado en Comercio Internacional, cocinero profesional, especialista en Alta Cocina y visitador médico. También viajó, hizo deporte y promovió la donación de médula ósea.

En una ocasión, una medicación experimental le generó parálisis en brazos y piernas, pero al suspenderla y confiar en su instinto, logró recuperarse rápidamente. Fue entonces cuando accedió a un segundo trasplante, impulsado por la compatibilidad total con su hermano.

Amor, familia y nuevos comienzos

En ese camino conoció a Yessica, su actual esposa, con quien formó una familia. “Desde el primer día le fui sincero y su apoyo siempre fue incondicional”, afirma. Fruto de ese amor nació Sofía Milagros, su hija, a quien define como “el premio a tantos años de lucha”.

Alejandro junto a su familia.
Alejandro junto a su familia.

Una vida de logros pese al cáncer

Alejandro también participó en competencias deportivas nacionales e internacionales para personas trasplantadas, donde obtuvo medallas y conoció a otros luchadores como él. “Esas experiencias me marcaron para siempre”, relata emocionado.

Hoy, a pesar de seguir en tratamiento tras una recaída en 2019, se mantiene firme. Con un nuevo esquema de inmunoterapia desde 2024, su lucha continúa. Pero su mensaje es claro: “No cambiaría nada. Todo lo que viví me convirtió en quien soy”.